Con la llegada del verano, mantener el hogar limpio y fresco se vuelve una tarea aún más importante. Las altas temperaturas, combinadas con la humedad, pueden favorecer la aparición de malos olores, moho y sensación de pesadez en los espacios cerrados. Por eso, adaptar nuestras rutinas de limpieza a esta época del año es esencial para disfrutar de ambientes más agradables y saludables.
Ventilación diaria y circulación de aire
Una buena ventilación es el primer paso. Abrir las ventanas durante las primeras horas del día y por la noche permite renovar el aire y prevenir la acumulación de olores. Si es posible, generar corrientes cruzadas entre habitaciones mejora aún más la circulación y aporta frescura de forma natural.
Limpieza profunda de textiles
Los tejidos del hogar, como cortinas, alfombras, cojines y ropa de cama, tienden a retener olores y humedad. Durante el verano, es recomendable lavarlos con mayor frecuencia utilizando detergentes de aromas frescos. Además, sustituir telas pesadas por materiales livianos como algodón o lino puede hacer que los espacios se sientan más frescos y ventilados.
Cuidado de cocina, baño y electrodomésticos
La cocina y el baño son zonas críticas. El calor puede acelerar la descomposición de residuos, generando olores fuertes si no se limpian a fondo. El frigorífico debe vaciarse y desinfectarse regularmente, al igual que los cubos de basura. En el baño, es importante ventilar bien y usar productos antibacterianos para evitar la formación de moho.
Ambientadores naturales para una fragancia agradable
El uso de ambientadores naturales como cáscaras de cítricos, bicarbonato de sodio, aceites esenciales o plantas aromáticas (como lavanda o menta) ayuda a mantener un ambiente fresco sin necesidad de productos químicos agresivos.
Una rutina de limpieza constante, acompañada de pequeños hábitos diarios, es la mejor forma de mantener el hogar fresco, limpio y libre de olores durante los meses de calor.
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